Él es
Lucas. Entusiasta trabajador. No exige consideración especial alguna salvo aquellas
que descubre en el resto de la cuadrilla; los buenos días al iniciar la
jornada, la cooperación para las tortillas, y tal vez un recibo de nómina con
su nombre al terminar la semana.
Parece que
nadie lo nota, pero es Lucas, siempre Lucas, el último en suspender el trabajo.
Al final de
la jornada se oculta entre las sombras de la segunda planta. Sus compañeros no
acostumbran despedirse de él. En silencio, imagina sus siluetas alejarse calle
abajo. Los imagina sonriendo, bromeando y alegres por regresar a casa.
La pequeña
radio de don Sergio advierte que sólo ellos permanecen en aquel lugar. Puede ser
que a Lucas no le interese la labor del viejo velador, o puede ser también que
tantas jornadas bajo el sol del medio día le hayan bastado para convencerse de respetar
las noches de quien custodia la obra mientras los compañeros duermen. De
cualquier manera, parece que don Sergio ignora la presencia de tan silencioso
acompañante.
Me dio miedo y tristeza
ResponderEliminarMe dio miedo y tristeza
ResponderEliminar¡Hola, Sara! ¿Miedo? ¿Qué es lo que te dio miedo? :O
ResponderEliminar